Me doy cuenta cada día de que cuánto más intentamos controlar la vida, más sufrimos.
Y de que cuanto más propósito honesto y poderoso tenemos, más disfrutamos.
¿Cómo casan el propósito y su determinación con soltar el control y dejarse llevar?
Ese es el arte al que podemos decicarle todo nuestro tiempo, y habrá sido tiempo bien invertido.
La paz es un estado natural, pero hay que destaparlo y descubrirlo ¡incluso tallarlo! Para salir de la mole de pensamientos, creencias y hábitos que nos trajeron a la desconfianza y el miedo.
Cuando estamos preocupados alteramos el sistema nervioso, y la vida es más difícil. Los sistemas interiores se fatigan y nuestro mundo exterior devuelve a nuestros ojos el caos interior.
¿Cómo ordenarnos para la felicidad?
Quizás escuchando más y hablando menos. Es decir, interesándonos por esta bella personita que somos y todas las cosas interesantes que sueña y desea. En esos anhelos no hay locura, está toda la verdad que somos ¡basta de ignorarnos!
Agarra fuerte lo que amas, no lo sueltes, síguelo cada día, habla de ello, compártelo, ponlo lo primero.
Ahora, a la vez, suelta el agarre sobre la vida. Confia en que amándola y amándote te llevará al puerto perfecto, aunque no conozcas el camino.
Y que todo está bien, si tú sabes quién eres y qué quieres.