Como ya he compartido por aquí y por allí esta ha sido una temporada de muchas celebraciones y frutos en Ibiza.
He enseñado con pasión y honor por toda la isla, moviendo las ruedas de más, pero con el corazón calentito.
De mis grandes rutinas una de ellas ha sido la temporada de clases en el Amante Beach Club; lugar muy hermoso en el que he compartido y sudado con desconocidos, abrazados a la respiración y el desconcierto.
Nunca he dudado que la gente venía a por el delicioso brunch mirando al mar, pero la práctica de yoga (la primera de su vida para muchos) era el precio positivo que daba al apetito color y paz.
Cerrada la temporada de clases quiero aquí, sin que me puedan leer, dar gracias a todos los extranjeros, viajeros, curiosos y confiados que han ofrecido sus cuerpos al encuentro.
Y especialmente a David Piccioni, papá de este Beach Club de rincón escondido y paradisíaco, por su confianza y belleza humana.