La verdadera abundancia es un sentimiento interior de plenitud y un aprecio profundo por lo que tenemos en cada momento, incluso aunque no todo nos guste.
Lo hemos escuchado muchas veces (y entendido algunas) pero ¿cuántas veces a lo largo del día lo sentimos y experimentamos? ¿Cuántas veces a lo largo del día decidimos respetar y agradecer lo que tenemos en ese momento tal cual es?
Las investigaciones científicas en el campo de la neurocardiología y la psicofisiología lo han demostrado ya (no hay que leer un libro esotérico o rememorar a nuestros sabios abuelos). El agradecimiento, el aprecio y la compasión organizan el ritmo de nuestro corazón, y éste traslada su armonía al cerebro y al resto de los órganos. Esto produce una sinfonía en los sistemas nervioso, hormonal y electromagnético del cuerpo, de tal manera que experimentamos bienestar instantáneo.
Requiere reprogramación intensiva, extensiva y determinada conseguir recordar esto cada día. Aunque a nadie le cae bien el que se queja todo el día, todos nos quejamos a diario. Del atasco, de los políticos, del vecino, de nuestros compañeros o hijos, de nuestro cuerpo, ... El optimista tiene muchas más posibilidades de éxito y salud, y sin embargo es acosado por los demás por inocente o tonto ¿será que no se da cuenta de lo mal que va el mundo? La pregunta es, si es verdad que el mundo va mal ¿no será mejor estar rodeado de personas que piensan en las cosas positivas y están dispuestas a ofrecer soluciones a los problemas? El que se encuentra mal no ve soluciones, solo problemas. No es la persona que nos va a ayudar o inspirar. Necesitamos y debemos rodearnos de personas que se quieran encontrar y sentir bien.
¿Qué significa encontrarse bien? ¿Qué todo nos va bien? ¡No! Ese no es el caso de casi nadie. Las personas que se encuentran bien entienden que hay una parte muy importante de la vida que tiene que ver con nuestras acciones y visiones, y también son capaces de asumir que hay cosas que no son fáciles, sin frustrarse ni culpar a nadie. Los que se encuentran bien son capaces de honrar al que se encuentra mal sin atacarle ni criticarle, generando compasión, paciencia y sanas fronteras cuando es necesario. Encontrarse bien implica un contento voluntario que agradece las cosas sencillas y en ellas busca el sentido de la vida (contacto con la naturaleza, relaciones familiares, alimentación sana, respiración,...). En ese estado toda la grandeza que llega se encaja con la humildad de un sabio, de tal manera que el éxito queda en una experiencia íntima, libre de validación exterior.
El que se encuentra bien, no le tiene apego a ese bien, pues surge de haber reconocido que todo es temporal, y que lo único que existe es el aquí y ahora, y la mejor apuesta para el futuro es ser aquí y ahora la mejor persona posible. El que se encuentra bien comparte lo que tiene porque sabe que compartir es tener más, y tiene una alta estima a su propia integridad y honestidad. No necesita referentes del mundo exterior para reconocer las buenas acciones, pues las siente al instante en su corazón rítmico y sereno. A nivel profundo, cuando uno se siente bien, se visualiza en su lecho de muerte en paz, con la conciencia tranquila y el corazón repleto de amor; tiene una visión a largo plazo de sus acciones, para si mismo y para el mundo. El que siente bien sabe que no está solo, y por eso cuida del todo; su cortesía es natural y su servicio desinteresado.
Estos son principios e ideas que encontramos en la literatura de las tradiciones espirituales. Sin embargo, no precisan de estudio, surgen espontáneamente del silencio interior y la celebración diaria de la vida.
La pobreza está en la queja, en el egoísmo, en la crueldad, en el individualismo, en la desconexión. Es pobre el que, teniendo sus necesidades básicas cubiertas, vive con los ojos cerrados a las maravillas de la vida y se identifica con todo, menos con su alma.
Yo sueño con compartir mi abundancia con vosotros cada día, recordando que en cada pequeño elemento o persona se encuentra representado y contenido el todo. Es decir, que todo es sagrado: grande o pequeño, feo o guapo, brillante u opaco, libre o encerrado, ....
Que todos somos uno puede ser una idea ¡o un proyecto! En este espacio decido sentirme bien, y hacer proyecto de ser uno con vosotros. De aquí saco mi motivación, mi pasión, mi fuerza, mi inspiración.... ¡mi abundancia!
* Ilustración Tina Zellmer