miércoles, 29 de agosto de 2012

Una hisoria sobre savasana

     Quizás lo primero disculparme por mi largo silencio.
Es como si hubiera hecho una larga postura de savasana* en mi interior.
Afortunadamente ya he captado la importancia de estos momentos.

Hoy quiero compartir una experiencia personal, en relación a savasana. Y cuánto significa hoy para mi ese recuerdo.

     Esto ocurrió hace 7 años cuando tomé mi primera formación de profesora. Yo no pretendía dirigirme a la enseñanza, sino que era un paso para profundizar en mi práctica personal y mi comprensión.
El porqué esa primera formación me llevó a la enseñanza forma parte de las sincronías reales e incomprensibles de la vida.
Y es otra historia, para otro día.

Para mi fue muy cansado y estresante. Habría abandonado pero no lo hice por dinero. Sí. Porque había pagado me quedé. Me había trasladado a los Alpes austríacos y había invertido mis últimos ahorros de un despido negociado de mi puesto de diseñadora.
Dormía 5 horas y comía 2 veces al día. El resto del tiempo dedicado al canto de mantras, estudio de textos, práctica de asanas, meditación, y un eterno etcétera.

Un día a la semana teníamos unas horas de descanso.
Uno de esos días de descanso me pilló enferma.
Débil, opté por asistir a la clase suave de asanas, y dejé de lado la avanzada.
La clase era muy tranquila, para principiantes, y había largos momentos de pausa entre las posturas. Yo no entendía por qué descansar tanto ¡si no me había cansado! En aquella época yo tenía (y aún tengo) una fuerte relación con el aspecto físico de la práctica. Me resulta muy estimulante sentir el vigor y la energía del cuerpo.

Realmente para mi las posturas eran un fin en sí mismas, y no un medio como las percibo ahora.
Recuerdo que al final de la práctica (que para mi había sido pisar un prado en vez de escalar montañas) aterrizamos de nuevo en savasana. Yo, con el motor lleno de carburante.
La profesora que nos guiaba la clase, amorosa y lenta comenzó una sugestión guiada ¡y de un salto me levanté y me fui a mi habitación! Estaba indignada ante tanta tranquilidad, aburrida, nerviosa... ¡harta de todo!

      Cuando en la vida encuentro personas en esta relación con la relajación lo comprendo muy bien. Es una incapacidad para soltar, esperar, confiar. Esto tiene mucho que ver con cómo experimentamos el silencio. 
En silencio, en lentitud, nos escuchamos a nosotros mismos (en el mejor de los casos) y el parloteo de la mente (en el más habitual). Y, ciertamente, puede ser un shock. Por eso también en meditación se da este nerviosismo e incomodidad que yo experimenté en savasana.

Decía Patanjali en los Yoga Sutras que la mente sólo puede describirse cómo las acciones que se derivan de ésta. Es decir, que al referirnos a la mente, describirmos en realidad la actividad mental.
Cuando la actividad mental carece de claridad domina la situación con pensamientos sesgados y percepciones erradas. Y queda cubierto el pensamiento por el velo de la ignorancia. 

El ruido mental, para quién aún quiera más detalle, está compuesto sobre todo por proyecciones (viajes mentales al futuro y el pasado hasta el punto del ensimismamiento) y juicios (valoración de lo propio y ajeno, en términos comparativos y duales). Envueltos en  ambos surge un estado de inconsciencia en el cuál cerramos la puerta al presente y huimos del amor hacia el miedo. Perdemos la oportunidad de conocernos. 

¿Por qué tanto entretenernos en cosas que no nos traen verdadera felicidad? ¿Y si cambiamos los criterios de selección en la propia vida y elegimos SIEMPRE lo que aporte paz y claridad? La experiencia en esta práctica nos demostrará que el resto SIEMPRE se acaba organizando sin que intervengamos...¿No es tan difícil, no? Lo difícil es CAMBIAR el punto de vista, retirar el velo, saludar a la vida que pasa sin juzgarla. Afortunadamente, el yoga nos entrena y refina para esta adaptación natural a la vida.

     Yo, en mi ignorancia, no entendía que savasana es un entrenamiento para la vida y para la muerte (¿por que se llama la postura del cadaver sino?).
Comprendo ahora que en vida es fundamental saber observar el flujo de pensamientos y traspasarlos hasta sentir la pausa profunda del ser (corazón, presencia, Dios, ... cómo guste cada uno).
En cierto modo, esto no es entrena para la muerte, que es la gran celebración de una vida consciente.
Patthabi Jois, el padre del Ashtanga Yoga, dice Savasana ofrece la posibilidad de una pequeña muerte, cada momento, cada día…”

¡Viva, pues, savasana! Ni nosotros mismos ni ningún profesor borre esto de nuestra práctica porque sería cerrar la puerta más directa a LA FELICIDAD.

La verdad es que aún hoy no siempre en savasana me ocurre el milagro de la paz. Pero pase lo que pase me quedó y tranquila observo LO QUE ES. 



* Savasana se traduce por postura del cadáver, y es la postura final de cualquier práctica de asanas (y pranayama, meditación, etc...).
También llamada por esto postura de relajación final.
Los beneficios físicos, psicológicos, energéticos de la postura son infinitos. Encontrarás mucha bibliografía al respecto en la red.
Afortunadamente, al contrario que para otros temas, nadie habla mal de savasana :-)