viernes, 7 de diciembre de 2012

Sirsasana: la postura sobre la cabeza

Según Max Strom habría que practicar esta postura 6 veces a la semana para la agitación mental y el estrés. Yo entiendo que es para disminuirlos, pero soy consciente de que a algunas personas les ocurre a la inversa.
No puedo dar grandes consejos, por dos razones. La primera es que no me los habéis pedido. La segunda, que cuando aprendí esta postura tenía 18 años y quizás era de las cosas más prudentes que hacía. Es decir, que hacía cosas mucho más osadas (algunas buenas, otras regulares, y no sigo...).
Así pues, no daré consejos. Pero me situaré en la fina línea en la que una habla de su experiencia y no se sabe si es un consejo o la típica batallita de yoguini con actitud de abuelita.

        Es ridículo proponer al que tiene miedo que no lo tenga. Precisamente la lucha contra el miedo lo aumenta. Una buena idea es sentir el miedo, saludarle, e invitarle a tomar una infusión suave de pensamientos de contento y aceptación. Una vez hemos tomado esa infusión en tan buena compañia (sin miedo no habría vida ni aventura, ni reto, ni rato de locura), nos disponemos a quitarle importancia al evento.
Como si situar los antebrazos y manos en el suelo para apoyar nuestra cabeza y elevar nuestros pies fuera tan natural y asequible como coger el metro (no sé si los madrileños con los nuevos precios pensaréis lo mismo).

       Una vez en ese estado ligero y risueño, y ¡por favor! acompañados de un buen profesor o amigo experto en la postura, visualizamos un árbol. Sí, el tronco de un árbol, grueso y rugoso, anciano y sabio.
Esta idea no es de Max Strom. Yo le voy muy a la zaga en sabiduría y luz pero se me ocurrió practicando aquí en mi hogar ibicenco.
Cuando practico por la mañana lo hago frente a una puerta de cristal. Detrás de este cristal está el gran pino que con sus bendiciones protege la casa, grueso y rugoso, anciano y sabio.

He observado que la práctica de sirsasana mirando al tronco (estando yo del revés y él del derecho) genera en mi una estabilidad e inmovivilidad nueva y pacífica. Así que si vale esto para estabilizar lo que existía, también podrá usarse para crear la estabilidad que aún no existe. Pues lo imaginado, será realizado, con dedicación y amor, sin intervalos ni dudas. Si surje la duda, ya sabéis, invitadla a una infusión, esta vez de risa sin prisa.

        Respecto a los beneficios de la postura. Son infinitos. Pero más encontraréis en el camino hacia ella. Pues cada postura no es una meta sino un camino que nunca se acaba, en el cual la postura es sólo una parada, para descansar y seguir. O retroceder, según cuerpos, gustos, sensaciones e intenciones.

Dice Jorge Bucay que cuando llegues a un callejón sin salida, salgas por donde entraste.
Para esta postura, si no vas hacia delante, repliégate, sal por donde entraste y recibe los beneficios de tu práctica ¡siempre inmensos!
Recuerdo aquí que el yoga, incluso en su aspecto físico, es, sobre todo, una cuestión de estados, y no de formas. 


* La fotito del montaje que os he preparado me la hizo mi gran amiga Cecilia Sancho en el el espacio cedido por mi gran amigo José Ferrer. Gracias a ambos.