
Se percibe, se expresa, se siente, causa emociones y pensamientos… Pero, aunque la vida es cuento y sueño, la experiencia real y personal cabalga por encima de las definiciones y transmisiones, para aterrizar en cada persona de una manera diferente.
Últimamente hablo de lo que yo enseño como mi pedagogía, pues voy percibiendo que
sólo puedo hablar de cómo enseño, más que de la enseñanza en sí misma.
Finalmente, el aprendizaje, que es el propósito fundamental de la enseñanza,
ocurre en el lado del que aprende, en el territorio personal y único que es el
individuo.
Esto no quiere decir que el aprendizaje sea individual, pues
la sabiduría con la que conectamos es colectiva, ancestral y multipropiedad de
todos. Cuando lo sabemos, desaparece el miedo y reconocemos la ignorancia como
una herramienta y no una debilidad.
Iniciamos con asanas
(posturas) nuestra expresión de enseñar yoga, percibiendo lo sutil y lo grueso. Pasa el tiempo
y encontramos la fisiología, la respiración, la nutrición, la antomía, la historia,
la filosofía… Infinitas ramas de estudio, experiencia y viaje.
A veces pienso en dejar de enseñar hasta que haya integrado
todo ¡tantas cosas ignoro!, y entonces me doy cuenta de que ese momento no llegará. Pues no dejo se
sumar, añadir, y apilar cositas. Así que, como no puedo renunciar al placer de compartir, decido y elijo transmitir honestamente
lo que hasta ahora he comprendido y experimentado, y pido paciencia y compasión
por la virtud de mi ignorancia.
¡Viajemos juntos en la ausencia y la presencia de nuestro arte!
¡Viajemos juntos en la ausencia y la presencia de nuestro arte!