sábado, 18 de enero de 2014

Yoga para todas las capas

     Encuentro una gran contradicción entre algunas de mis creencias. Yo no dudo de que en realidad toda disonancia es reflejo de armonía, oculta y serena. Pero estos asuntos me dan para pensar y escribir, así que ¡hay que aprovecharlos! 

 
Por un lado me resulta obvia la tendencia de la vida a reflejar en todos sus parámetros el estado de mi ser (cuerpo, emociones, pensamientos, y demás capas sensibles y gruesas). Sea así que cuando paseo encantada de los colores y matices de mis asuntos, con sus frustraciones y lenguajes, el universo me despliega una alfombra de arcoiris y fortuna. En estado de arco-irisado mis necesidades se van cubriendo casi solas y la incertidumbre es para mi como una hamaca hinchable sobre un mar turquesa, al más puro estilo caribeño. Como no bebo alcochol, inhalo los olores y los rayos del sol en tan paradisíaco encuentro con mi ser.

En el otro lado (quizás hablando más de un cubo de que de una moneda) reconozco en  mi el carácter esponja. Allá dónde uno se apoya, se moja. Y si donde nos apoyamos hay lodo, polvo y pena, eso es lo que los poros integran. 

    Así pues, como dicen los expertos en coaching y éxito, sería fundamental que dejaramos entrar y acompañar nuestra vida sólo aquello que refleje nuestras mejores aspiraciones, y nuestros más saludables sueños y ambiciones.  Vale, esto es lo perfecto. 

Y ¿qué hacemos ante la inevitable incomodidad* que nos crean personas y situaciones que no queremos absorber pero que están encima de nuestro ser-esponja?

Para este y muchos casos el budismo aparece con sus cualidades elevadas y prácticas inteligentes: observa, reconoce, nombra y deja marchar. Así, cuando mi ser-esponja se apoya en tierra densa y descuidada, puedo yo dejar abiertos los poros que absorbieron, para dejar salir el peso ajeno.

Para el peso propio, ¡porque uno mismo también es lodo y densidad si no está atento!, una idea. Make it simple. Haz la vida sencilla, piensa en lo esencial: respirar, amar, ocuparse sin preocuparse, volver a amar (¡a uno mismo también!), comer rico y bonito (casero, limpio, ligero), pisar tierra y mar (el cemento no siempre ilustra el pensamiento), buscar gente sabia que nos inspire y sea savia para nuestro tronco y raíces,...

    A mi me sienta especialmente bien mover el cuerpo (que para eso existe). Nuestro territorio corporal no existe sólo para albergar unos órganos y dar casa a la mente. También es una herramienta: necesita que la engrasemos con el movimiento, que la revitalicemos con la respiración y que le demos tiempo y cariño cuando se estropee. 

Sí, dije TIEMPO. El tiempo no es como las braguitas viejas que tenemos al fondo del cajón y no tiramos ni usamos. Es el propósito firme de correr con el cuerpo (el corazón lo agradece) y caminar lento con la mente.

Para promover estos ritmos complementarios dejo aquí unas sugerencias invernales:

· Para el cuerpito: 
- Paseo de 20 minutos (con ritmo y sin prisa)
- Yoga físico: 
  1. 5 saludos al sol (con variantes creativas). Lento al principio, a buen ritmo al avanzar.
  2. Plano inclinados (tablas): 3 veces durante 5 respiraciones cada una. Con antebrazos en el suelo si tus muñecas sufren. 
  3. Utkatasana-Uttanasana (Silla- Flexión de pie sobre las piernas): 5 ciclos, inhalación Utkatasana-exhalahación Uttanasana, muy despacio.
  4.  Utkatasana con torsión (silla con torsión, cualquier variante que conozcas): 4 respiraciones a cada lado.
  5. Anjanejayasana variación (Postura de alerta con rodilla posterior en el suelo y brazos estirados al cielo, esternón al cielo también): 6 respiraciones en cada pierna.
  6. Virabhadrasana III: 5 respiraciones en cada pierna
  7. Malasana (Cuclillas): 2 minutos (si la zona anal está delicada poner un cojín bajo los gluteos y para todos una manta bajo los talones)
  8. Sethu Bandhasana (Puente): 3 veces, 5 respiraciones cada una. Podéis hacer khumbaka (retención) al final de la inhalación y contraer el suelo pélvico si conocéis esta práctica)
  9. Viparati Karani (o Sarvangasana si la postura es habitual): 3 minutos
  10. Torsión supina (la que conozcais o queráis): 7 respiraciones de cada lado
  11. Bebé feliz (3 minutos)
  12. Savasana restaurativo (mantita bajo las rodillas y otra cubriendo el cuerpo)     
· Para la mente: observar apegos y orgullo. Limitar la credibilidad que le damos a lo que creemos necesitar y a lo que rechazamos con pasión. Nada limita nuestra felicidad.

· Para las emociones: elegir siempre las compañías que aprecian y valoran la vida, así como nuestra personas. Agradecer lo que tenemos y amarnos.

· Para el espíritu: Quitarnos importancia. Reconocer la rueda que marca la vida con el nacimiento y la muerte. Honrar la vida que tenemos ahora.

Hasta que nos encontremos ya sabéis que podéis escribirme, llamarme o pensarme. Siempre contesto.

* Hablé de esto en el post del 10 de Enero