viernes, 16 de marzo de 2018

Empieza donde estés. Con lo que tienes.


       No hace falta ser un yogi para hacer yoga. No es necesario ser el más sano del barrio para hacer yoga. No necesitas haber culminado el everest de tu conciencia para hacer yoga. Y, por supuesto, y no me cansaré nunca de repetirlo ¡no hace falta ser el más flexible ni al que mejor le sientan los shorts para hacer yoga!

El yoga está para servir al desarrollo de todas nuestras dimensiones humanas, así que todas las personas son bienvenidas, bien recibidas, bien servidas… Se encuentren donde se encuentren, vengan de donde vengan, sepan lo que sepan, quieran lo quieran. 

Además, cada uno tiene la libertad de decidir por dónde empezar a investigar y explorar ¿no? Algunos preferirán educar la atención a través de la meditación, otros a través de las posturas, otros a través del estudio. ¿Quién dijo que había una sola manera de conquistar nuestro mundo interior? ¿No decían que todos los caminos llevan a Roma? Lo importante es coger un camino y dar un paso detrás de otro. La vida no se vive llegando, sino caminando. No se vive hablando de caminar, se vive caminando el camino del que hablamos. 

      Todos los caminos de atención llevan al estado de yoga. Suena sublime, y lo es. Pero además es factible, es posible, es verdadero, es una elección, es una práctica cotidiana, es un manjar, es un  juego, es amor… De hecho, uno de los significados de yoga es estar presente en lo que hacemos. Acción y atención en matrimonio dan lugar al estado de yoga.  

Por eso el yoga puede tomar tantas formas e interpretaciones. No hay problema en identificar el yoga con las posturas físicas tan hermosas que vemos en libros y redes sociales. Lo importante es que no nos identifiquemos nosotros con esas posturas (sea en forma de posibles o de imposibles). Cualquier cosa que nos motive es digna de ser atendida. Caminar requiere de energía, mejor estar motivados. Por eso imponer la forma o el camino, a nosotros mismos o a los demás, dará frutos pobres y pequeños. Sin embargo, abrirnos a todas las formas y caminos amplía nuestro jardín e incrementa nuestras posibilidades de elegir lo que nos sirve bien a nosotros.

      El conocimiento y la información de calidad nos ayudarán a elegir. Por eso la cultura y la educación son tan importantes, aunque no lo son todo. La voz interior tiene que estar viva para filtrar, ordenar y seleccionar lo que entra desde fuera, y hablar un poquito más fuerte que las voces exteriores. Te recomiendo que repartas equitativamente en tu vida el tiempo dedicado a conocer el mundo exterior (conocimiento creado y expresado por otros) y a descubrir el mundo interior (tus motivaciones, pasiones, talentos, inclinaciones...).

Entonces, desde donde estás, sabiendo un poco más quien eres y qué quieres, con lo que tienes, podrás entrar a tu práctica sin imposiciones, y la práctica podrá servir a tus necesidades y objetivos. 

¡Quizás ahora te creerás lo que dije al principio! Cada uno empieza donde está, con lo que tiene. No hay que acomodarse a un molde prefabricado, uno mismo es su propio molde. Y en ese molde pone los ingredientes que necesita. Para mi, ese es el verdadero yoga; el que respeta lo individual ofreciendo posibilidades universales. 









Ilustración: Roberto Cigna