viernes, 1 de febrero de 2013

Dando vueltas y vueltas: el mandalismo ilustrado


      Me dan vueltas y vueltas algunas cosas y, afortunadamente, se van colocando solas. Las más inspiradoras las comparto hoy, aquí. Todo inevitablemente alineado con el taller que haremos en Marzo... Así nos vamos siguiendo la pista, y preparamos el trabajo.
      La esencia del mandala no se haya en exclusiva en su aspecto formal; circular, simétrico, repetitivo, evocativo, terapéutico... A través suyo podemos  dibujar de manera muy colorida el sentido de la vida ¡os invito a esta reflexión!
      Se ha observado que los niños, en sus primeros años, no tienen problemas dentro de su propio juego en crear y destruir con el mismo interés. Surge con el tiempo la idea de lo bello y el deseo de conservarlo más allá de su tiempo útil. Si pudiéramos mantener la mente libre, nunca dejaríamos de tomar y soltar en la vida, disfrutando exclusivamente del proceso. Incluso, tal cual somos ahora, en nuestras mentes condicionadas, podemos favorecer un tipo de sensibilidad que nos dote de la habilidad para vivir en el desapego, y en la espontánea confianza en que existe un orden en el universo.
      Podemos empezar reconociendo las tres fuerzas que regulan este orden; todas ellas con la misma importancia y peso. Son: la creación, la conservación y la destrucción. También existen tradicionalmente en el hinduismo. Representadas en tres deidades: Brahman, Vishnu y Shiva. Las tres son potentes en sus procesos, y sus energías se reconocen fuertemente en la vida. El cuerpo es uno de los más sencillos ejemplos de cómo estas tres energías, por gracia o desgracia, lo regulan todo.
      A veces, sin embargo, dormimos tan profundamente que olvidamos esto. Y nos resistimos a usar estas fuerzas con pasión, excluyendo a alguna de ellas de nuestra mesa. A la larga esto crea caos, pues todas quieren su ración de alimento y vida, y se sentarán a la mesa igualmente y nos molestarán con su ruidosa presencia.

El mandala se construye en torno a estas tres fuerzas, por eso es circular y temporal.

¿Qué pasa cuando consideramos estas tres fuerzas, las honramos y las integramos en nuestra práctica? 
     Impregnados en el mandala y la trinidad del hinduismo comprendemos que nuestra práctica evoluciona y nosotros nos transformamos con ella. Siempre que apliquemos sus principios, y finales, claro.

CREACIÓN: BRAHMAN
El proceso creativo representa en la práctica la parte de estudio, innovación, aprendizaje, exploración. Todo esto podemos hacerlo solos o acompañados de los maestros que encontremos. Lo ideal es que ambas cosas convivan.

CONSERVACIÓN: VISHNU
La conservación se da en el momento que sigue a la creación y viene un tiempo de regar y ver crecer las semillas que se plantaron. De nuestro proceso creativo algunas cosas prevalecieron y quedaron integrando nuestro conocimiento, o se mostraros eficaces y útiles para nosotros. Este es el tiempo de madurarlas y llevarlas con nosotros a todas partes.

DESTRUCCIÓN: SHIVA
Con el tiempo, más largo o más corto, todos estos frutos habrán crecido y nos habrán alimentado, y llega el momento en el que ya están muy maduros, y está bien que vuelvan a la tierra. Este es un momento crucial. El instante en el percibimos la anacronía, disfuncionalidad y vejez de algunos valores y conocimientos que nos acompañan es muy necesario permitir que actúe la fuerza destructiva y transformadora; ella se los lleva y nos deja de nuevo en el vacío… ¡preparados para crear de nuevo!
Nos propongo en este momento de nuestra práctica el trabajo en mandala porque, al representarlo en el cuerpo, generamos la conciencia de éstas tres fuerzas de temporalidad y circularidad. Podemos hacerlo desde este mismo instante. Es un conocimiento natural y ancestral en nosotros.
El propósito último es girar con sentido, sin marearnos, dispuestos a ver el mundo dado la vuelta.


¡Qué bonitos os veo a todos del revés!