jueves, 1 de agosto de 2013

El velero del yoga.

Aquí en Ibiza hace calor. Así que temprano paseo y piso caminos rurales en soledad, y al atardecer me pongo en remojo marino con mi familia. Gracias a esto por la mañana me inspiro y por la tarde me integro.

En uno de mis últimos paseos me gustó imaginar que cada uno nos movemos en el océano de la vida a lomos de  nuestra particular embarcación. Que en este océano encontramos vehículos variados; hay lanchas, barcas de remos, yates, barcos de transporte, fragatas,...

Para cada yogui visualizo un velero de madera; impregnado de aventura y de historia, respirando sal. Puesto que el velero es un vehículo que ha de desplazarse, siempre se rodea amistades. La del viento, la de las mareas, la de peces y mamíferos marinos, la de pequeños trozos de tierra que se le cruzan, la de otras embarcaciones... Vamos ¡que no está sólo! En su ruta abundan la bondad, la inspiración y el aprendizaje.
 
Sin embargo, hay herramientas que el velero ha de poseer y cuidar por si mismo. Son éstas las que mantendrán su cuerpo, y actuarán como sus cuatro velas más importantes. Cada una siendo una virtud o una cualidad.  
Son: la Resistencia, la Fuerza, el Equilibrio y la Flexibilidad.

Para el yogui estas cuatro velas son las que le sostendrán y se desarrollarán a través de la práctica del yoga físico. Todas y cada una de estas cualidades han de estar presentes y ser honradas en la práctica, sin desviarnos ni alejarnos de ninguna, aunque su luz sea débil al principio.

Algunos cuerpos se encuentran muy cómodos en los aspectos de flexibilidad y olvidan que la fuerza sostiene al cuerpo, así como la fuerza por ella misma sólo haría al cuerpo rígido.


Y ¿de qué servirían la fuerza y la flexilidad si no pudieramos establecernos en un lugar y permanecer en él? Para esto nos hará falta la resistencia. Y si cada una de estas cualidades estuviera presente, pero cualquier cambio de corriente, orientación o presencia nos derrumbara, faltaría desarrollar el equilibrio.

Puedes quizás tomar este modelo para tu práctica física. En algunas asanas estarás desarrollando varias de estas cualidades, incluso todas en mayor o menor medida. 
Para desarrollar el equilibrio, por ejemplo, son fundamentales la fuerza y la resistencia. Imagínate en la postura del Árbol (Vrkasana): cómo la fuerza de la pierna de soporte mantiene estable la postura y cómo la resistencia muscular permite mantener esa forma sin fatiga. 

Para la flexibilidad tomemos como ejemplo las posturas en el suelo, con pleno uso de la gravedad. Imagínate en la Pinza (Paschimotanasana). Observa cómo invitar al cuerpo a flexionarse en esta postura no sólo otorga movilidad a la columna y un masaje interno profundo, sino cómo también pone a prueba todo el mecanismo de resistencia a través de la respiración y la fuerza de la columna para protegernos. También el equilibrio, aunque sútilmente, aparece en la relación y el empuje homogéneo de ambos isquiones sobre el suelo.

Encuentra los aspectos de más dificultad y acércate a ellos con premura y cariño, para desarrollarlos y asegurar su presencia. Observa qué posturas evitas y cuáles buscas, e intenta compensar tu estructura de práctica. Y si sigues una clase guiada aprovecha para entregarte casi con devoción en los momentos de negación y torpeza ¡navega intensamente!

Ahora, ábrete y observa cómo las cualidades físicas del velero empapan a la tripulación  (las distintas capas del yogui). Así pues, la Resistencia se convierte en Ecuanimidad, la Fuerza en Determinación, la Flexibilidad en Inteligencia y el Equilibrio en Serenidad.

¡Y ya tienes las velas para surcar el océano ligera, alegre y sabiamente!

Gracias por compartir océano, amigos veleros.