Tras años de observación, enseñando y aprendiendo, tengo una
primera conclusión sobre algunos de los males y bienes que nos toca vivir, y
resolver.
La vida, hoy en día, resulta ser una cuestión de VITALIDAD.
Encontraremos a quienes encuentren calidad de vida y
serenidad a lo largo del día, incluso en las tareas más titánicas,
comprometidas y estresantes. Y estaremos también ante muchos para los cuales el
día a día es un sinfín de calamidades y agotamientos, sin paz ni disfrute.
¿Cuál es la diferencia entre unos y otros?
Desde el punto de vista del yoga podría ser una cuestión de
energía vital o PRANA. La circulación adecuada del prana asegura en el cuerpo,
la mente y las emociones una capacidad
muy elevada para la actividad eficiente y la calidad de vida del alma.
Puede sonar a algo complicado reservado a los yogis,
retirados en la montaña, con su contemplación y sus ejercicios espirituales
elevados. Pero cultivar el prana es algo
maravillosamente sencillo y sólo requiere algunos cambios y novedades en los
hábitos de vida (esto incluye alimentación, pensamiento, actividades…).
Nuestra esencia no ha de ser sometida a ningún
cuestionamiento ¡de hecho es nuestra esencia en la que encontraremos esta estado vital innato!. Perfectos somos con nuestros gustos y deseos, es cuestión de
someterlos al filtro de su eficiencia como portadores de vida alegre, sana y de
abundancia.
El placer no quedará fuera de nuestro esquema para cultivar la
vitalidad. Se trata de encajarlo en un modelo de desapego. En el cual sé lo que
me gusta, pero no soy esclavo ni dependiente de ello y estoy dispuesto a
cambiarlo por el gusto sutil e inteligente de lo duradero.

¿Cómo resumir algo tan complicado como la nutrición? Una
breve estrategia que se aplica de maravilla es preguntarnos ¿cómo de cerca está
este alimento de su estado original, tal cual lo entregó la tierra? Así pues, si creemos que un zumo
de naranja en un bote es sano, quizás acabemos por elegir la naranja en su
estado natural.
O si vamos a comer algo en un restaurante, quizás
elegiríamos un arroz (el grano contiene toda la esencia del alimento) con
ensalada (vegetales sin procesar y frescos)
frente a un falafel (harina y fritura) con salsa de tomate (tomate
triturado, azúcar,…).
Cuanto más vivo esté el alimento, más vida nos traerá.
Cualquier cosa en lata o conserva está lejos en el tiempo del momento de su
máxima vida, el poquito que le quede es lo que nos llega.
Durante el verano y el calor elegiremos prioritariamente
alimentos frescos y crudos. Y en los meses más fríos optaremos por alimentos
más cocinados, con más calor interno, más yang.
Luego están las actividades pránicas; éstas son por
excelencia las que se desarrollan en contacto con la naturaleza. Y con la respiración.

La práctica de yoga favorece el flujo
de prana por todo el cuerpo. Yo recomiendo combinar los estilos dinámicos con los estilos de Yin Yoga y algo de Yoga Restaurativo... Hoy en día ¡es todo tan yang! También es necesario adaptarla a nuestro
continente, clima, estación del año, estado de salud…
Y esta adaptabilidad la que nos puede ayudar a comprender la
mente pránica.
Existen dos fenómenos de la mente que roban especialmente
energía, inteligencia y claridad: el juicio y la culpabilidad (que no deja de
ser una forma de juicio dirigida a uno mismo).
Olvidar el origen infinito del
ser y su capacidad interior sin límites
hace que nos fijemos intensamente en las formas y objetos que nos rodean.
Entonces cometemos el error de pensar que somos nuestro cuerpo, nuestras
relaciones, nuestra cuenta bancaria, …
Al evolucionar a un
estado de percepción más fino y sutil, inevitablemente los problemas se
disuelven pues fueron creados por los pensamientos sobre la forma. Entonces
surge la capacidad de resolver sin miedo el presente según se va desplegando.
Como dice Deepak Chopra: “El pasado es memoria, el futuro expectativa,
y el presente conciencia.”

Como dice Lao Tse:
La inteligencia de la naturaleza funciona con toda
facilidad... con despreocupación, con armonía y con amor.
Y cuando aprovechamos las fuerzas de la armonía, la
alegría y el amor, creamos éxito y buena fortuna con gran facilidad.
Un ser integral conoce sin viajar,
ve sin mirar, y realiza sin hacer.