domingo, 4 de enero de 2015

El yoga me regaló mi voz


      Cuando hice mi primera formación en yoga, en Austria, experimenté el poder de la voz. O más bien, los poderes. Incluso mejor ¡los súper poderes!
 En esta formación se le dedicaba mucho tiempo al día a los cantos devocionales.
       Yo nunca había practicado esta forma de yoga (bhakti) y los muros y conjuros de mi personalidad se retorcían con cada mantra escuchado. Al principio me negué internamente a cantar.  Eramos 80 personas, así que no se percibía mi ausencia. No había que compartirlo, simplemente escuchaba. Me parecía ridículo (ahora se que la opinión surgía del centro de operaciones lógicas de mi amada y funcional mente); cantar en un idioma que no entendía, con cara de inocente felicidad, de manera gregaria y dirigida.
Desesperada, un día hice un cómputo del tiempo que se le dedicaba a cantar y descubrí el origen de mi tedio ¡2 horas cantando mantras cada día! Tomé la decisión de cantar para que se me pasaran más rápido. La acción disipa la bruma espesa de la espera, y sube el ánimo. Así que, textos sánscritos en ristre, abrí mi boca  y me uní al evento.
      El nudo en mi garganta se me hizo palpable desde el primer segundo ¡me dolía cantar! Recordé aquella ocasión en la que a pleno pulmón cantaba en el coche y mi padre me dijo “Cantas tan mal como yo". Y me di cuenta de que no había vuelto a cantar desde entonces. Bueno, no a pleno pulmón y liberada. Quizás sí en mi adolescencia de cantautores e ídolos del pop-rock.
Con mi nudo en la garganta seguí cantando dos horas al día durante todo el mes que duró la formación. El dolor se fue disipando, y mi corazón se fue relajando. De fondo, más ligera, la mente juzgaba de manera más suave el evento musical devocional. Al cabo del mes había algo en mi lleno de vitalidad ¡había recuperado el espacio de mi garganta y había descubierto el poder sanador de la voz!
      Pasados unos poquitos años me quedé embarazada de Uma. Y, desde que estaba en la tripa, le canté. Me inventaba canciones, llenas de inocencia y sugerencias sobre la vida… Las cantaba en la ducha… Y seguía cantando mantras…
Cuando nació la princesa convertimos en banda sonora de nuestra vida (como dice Tote King) los mantras de Snatam Kaur, grande mujer de los cantos del Kundalini Yoga. Y yo seguía inventando canciones para el bebé fuera de la tripa… Cuánto más cantaba más me daba cuenta de que las palabras que ponía en canción, se hacían realidad, si las repetía mucho. Por ejemplo cantaba que algo se curaba o cambiaba, y si lo repetía durante suficiente tiempo, la realidad se iba transformando al son de las palabras creadas y enlazadas desde la fe y el juego.
      Todo esto se ha mantenido siempre en la intimidad de la familia. Hoy quiero compartirlo porque quizás inspire a alguien. Cuando me quedé embarazada de Siam creé una canción-mantra en la que hablaba de cómo crecía dentro de la tripa, con qué cualidades, y cómo era su nacimiento. Sabiendo el poder de esta oración musical, fui muy precisa en lo que quería que ocurriera, y cómo nos íbamos a sentir todos. También la llené de agradecimientos.
Hoy puedo declarar de nuevo: el yoga me regaló mi voz. 
Y me regaló la capacidad de usarla para crear milagros. Siam nació, hace 38 días, tal cual decía su canción; en casa, en familia, con pasión, ternura y placer.
Y hoy, cuando no duerme, le cantó y le cuento su fortuna con mi voz y mis silencios.
      Os he dejado este relato y esta receta para que experimentéis… Y no dejéis que la mente piense que hay que tener buena voz para todo esto. Sólo buen corazón (todos lo tenemos), poco sentido del ridículo, un poquito de creatividad y ¡saber reír!…
Os canto para que este año nuevo esté lleno de súper poderes, un poquito de devoción, un poquito de canción, un poquito de pasión… ¡un cocktail de amor y prosperidad!


* Un apunte científico… Desde la neurociencia moderna se demostró que los niños aprenden mejor las cosas cantadas, y la comunicación musical les hace comprender de manera más sencilla. Por ejemplo si nos enfadamos con nuestro hijo o hija, es buena idea decirle lo que queremos de él de manera musical. Una idea (imaginad melodía): “No me gusta mi amor que dejes tuuuuuuus cositas sin recoger. Graciassssssss por recogerlo ahooooooora”. Aunque parezca tonto ¿por qué no probarlo?