Según vamos caminando, siempre hacia delante, dibujamos y
desdibujamos el sendero, encontramos y abandonamos cosas.
Esas cosas se convierten en ausencias y presencias, memorias
y acciones.
Siempre me ha gustado de mi relación con el yoga su cualidad
amable, amorosa y flexible. Salvo para propósitos muy concretos, me ha
resultado espontáneo y coherente adaptar mis prácticas al estado de mi cuerpo,
mente, alma…
Ya lo decía Desikachar. El yoga debe adaptarse a la persona,
no la persona al yoga. Y considerando a las personas como seres en
transformación permanente, se deduce lo natural de modificar y adaptar nuestras
prácticas de vida (alimentación, amor, amistad, trabajo…) ¡permanentemente!
De la rica tecnología del yoga los aspectos que más me han
interesado y resonado hasta ahora han sido las posturas/asanas (la gran puerta), la respiración/pranayama (el mejor aroma), los mantras/bhakti (la inevitable revolución) y el estudio/jnana (pasión y placer). Todas ellas están siempre presentes con
mayor o menos protagonismo, pero toman distinta forma.
En este último embarazo hubo dos grandes ausencias, que han
vuelto al retomar mi práctica, y me han sabido a néctar divino, amrit.
La respiración Kapalabhati
* dejé de practicarla en la etapa de concepción, siendo una de las
respiraciones más purificadoras que conozco. Ahora que la he retomado,
agradezco tanto la pila extra que aporta al día. A veces, y sobre todo en
invierno, se agradece especialmente ese fueguito interno, digestivo y mental,
que hace el día largo en energía y breve en dispersión.
Por otro lado, desde el principio del embarazo, y ya que
estaba más inmersa en la práctica según Iyengar, decidí respetar su propuesta
de no realizar inversiones. En el primer embarazo me sentí muy enraizada en mi
práctica de inversiones, y las mantuve hasta el final. En ambos casos me he
sentido bien con mi cuerpo, y en este más reciente me ha gustado la experiencia
de paciencia y contemplación que me ha supuesto ponerlas en espera. Es una buena
manera de comprobar ¡el bien que me hacen! Ya habréis escuchado o leído que la
postura sobre la cabeza (Sirsasana)
se considera el padre de las asanas
(entre otras metáforas que se usan para realzar su relevancia). De esta postura
surge una paz indescriptible, salvaje, impermeable….
Hoy, además de vivir impregnada del néctar de mi segunda
maternidad, disfruto y gozo de las raíces que me devuelven la práctica de Kapalabhati y Sirsasana.
¿Hay algo que os gustara mucho y habéis dejado de practicar?
¡Perfecto! Ya tenéis un hogar dulce al que volver para deleitaros, regocijaros
y celebrar el nuevo sabor de lo viejo. Hoy me tocaba a mi compartir el mío…
* Kapalabhati:
-
según la escuela Sivananda: http://www.sivananda.org/montevideo/om/teachings_Kapalabhati.htm
-
según la web Yogadharshana: http://www.yoga-darshana.com/pra_kapalabhati.htm