lunes, 31 de diciembre de 2012

¿Nos dispersamos?

      Bueno, no quiero ser hoy inoportuna hablando del silencio y la contención, en plenas fiestas y momentos de encuentro; reuniones infinitas con distintos nodos de nuestra red social.

Yo reconozco mi comportamiento minoritario y mi tendencia a reducir el estímulo que me rodea. No me hace especial, ni rara, simplemente sigo mi propia senda. A estas alturas de mi vida me resulta imprescinidble no faltarme a mi misma. Ya que por fin me voy conociendo. 
Me mantengo ausente de eventos sociales, no porque los rechace o desdeñe sino por el devenir natural de mi comportamiento en sociedad. Me gusta estar libre de compromisos, y estar comprometida con el amor. Estar disponbile cuando haga falta, pero no estar en todos los lugares si no hace falta. Me gusta que mis seres queridos se sientan respetados y acompañados, y la vez permitir que ellos desarrollen esas cualidades hacia mi, aún en mi diferencia.

Dice la RAE que en el contexto de la física y la química dispersión es: sustancia aparentemente homógenea, en cuyo seno hay otra finamente dividida.

      Hoy quiero  invitaros a reflexionar sobre ese tipo de dispersión. Algunas cosas que dispersan a las personas: hablar mucho, comer mucho, criticar mucho, pensar mucho... En general el exceso dispersa. Y de nuestro naturaleza homogénea, estable y unificada, se desglosan grietas que van generando divisiones en nuestro seno.

La división interior, sería la dispersión. Si digo una cosa pero hago otra. Si critico algo que yo mismo hago. Si espero de los demás ciertos comportamientos y yo me retraso en desarrollarlos personalmente. En algunos contextos se habla de disonancia, incongruencia, e incoherencia. En definitiva, es estar dividido. Y eso causa dispersión. Y esa sustancia finamente dividida, que no se ve, es la que genera comportamientos estridentes, estresados, impredecibles, irascibles y que no muestran lo mejor de uno mismo.

Sólo en el silencio se perciben esas grietas y fisuras. En el diálogo interno podremos detectar si esa forma aparentemente homogénea que mostramos y creemos ser, realmente se sostiene unida cuando cesan el ruido y las dinámicas sociales de extroversión y apariencias.

      Por eso mi invitación para estos momentos movidos es que nos mantengamos despiertos, sin necesidad de acelerar nuestros hábitos. Abiertos a la lentitud implícita en la respiración y a la suavidad que une al día y la noche. Pues la dispersión, más que felicidad, es distracción y vacío.

Que sepamos escuchar a los que nos hablan, favoreciendo su propia realización, y la nuestra, a través de palabras dulces y precisas.

Al contrario de lo que hemos escuchado y creído, la tranquilidad no es aburrimiento. Es pura alegría. Eso es lo que queremos celebrar cada día.

Os deseo un feliz cambio de año. Mi amor verdadero se desplaza hacia vosotros, desde esta isla mágica a cualquier lugar en el que os estéis dispersando :-)

Ibiza 31 de Diciembre de 2012